jueves, 23 de octubre de 2014

LA DANZA DE LOS PANADEROS DE SAN JUAN


En la fiesta de San Juan, 2014. Primera presentación

Foto de grupo con máscaras I

Foto de grupo con máscaras II

Don Lupe Jurado, el maestro de la danza, el que revivió pasos y recordó y enseñó la música como él la recordaba.
En el Festival de Danza Folclórica de la Escuela Nacional de Danzas Folclóricas, en la ciudad de México.


Bailando en la fiesta de San Juan.  

Y fueron y danzaron en el Jardín Principal de Malinalco.
Nos habíamos entrevistado con la investigadora y bailarina Ruth Canseco para iniciar el proceso de rescate de danzas tradicionales de Malinalco, cuando encontré en la tienda de don Chucho, en el barrio de San Juan, una convocatoria para ensayar y bailar la danza de los panaderos y presentarla en la fiesta del 23 de junio pasado.
Hacía más de veinte años que ésta no se bailaba.
Acudí a la cita, en el atrio de la capilla.  Sólo encontré a don Benjamín Rogeiro, que había hecho la convocatoria.  Era una tarde lluviosa de mayo; quizá por eso nadie más llegó.
Persistente, don Benja volvió a convocar; habló con algunos vecinos, con algunos músicos, insistió y, finalmente, se formó el grupo.
Mientras tanto, Ruth también había hecho una convocatoria, básicamente a través de Facebook, para reclutar investigadores y formar un equipo.
Héctor Montes, Héctor Reséndiz, Verónica  y Raymundo  , todos bailarines de danzas folclóricas, todos interesados en la investigación, formaron con Ruth el que ha resultado un gran equipo de trabajo. Cada uno dedicado al rescate de una danza, pero colaborando también en todas y cada una de ellas.

Allá por los años treinta, don Bernardo Gómez llegó a vivir a Malinalco proveniente de Joquicingo.  A él se le atribuye la invención y la puesta de varias de las danzas que se bailaban en los diferentes barrios este pueblo; entre otras, la de los Panaderos de San Juan.

Hacer pan en Malinalco en hornos de leña fabricados en adobe y con forma cupular es una tradición que tiene varios siglos, probablemente más de cinco. En nuestro pueblo los campesinos sembraban trigo al final del año, una vez cosechado el maíz; ahora, aunque aquél dejó de cultivarse  en los años setenta, cuando el precio del trigo importado de Canadá era tan barato que ya para qué producirlo aquí,  el de panadero siguió siendo un oficio importante y conveniente, y desayunar y merendar con pan recién hecho una costumbre generalizada.

La danza de los panaderos de San Juan recrea el modo tradicional de hacer pan.  Es una danza de las llamadas “de hacienda”, porque supone que ocurre en una de éstas.   Cada danzante tiene un nombre y escenifica a un personaje:  encontramos así al patrón y la patrona, al capataz, a los que limpian el horno, los  que amasan el pan, quienes lo cuecen y quienes lo llevan a vender. Hay el personaje simple, flojo y payaso y también los viejos maestros: zapatero, herrero, veterinario, que son requeridos en la hacienda pero además tienen una función dentro de la organización de la danza, ya que que cuidan que los danzantes tengan espacio suficiente para bailar, ayudan a repartir pan entre el público y ejecutan un baile chusco al final, cuando la compañía se retira con la escenografía  del horno.
El "horno" se lo llevan los "viejitos" al final de la danza.  

La Danza de los Panaderos es también una pequeña obra de teatro, no sólo por los personajes sino porque narra un evento chusco (que no voy a contar aquí) dotado de conflicto, clímax y desenlace.

Para recuperar esta danza, don Guadalupe Jurado ha sido el informante y maestro: tarareó la música para que pudieran ponerla los músicos (violín y guitarra); enseñó los pasos y diálogos a los participantes, e invitó a bailar a su nieta, con lo cual, por primera vez, esta danza es bailada también por mujeres, ya que antes sólo participaban hombres, algunos disfrazados como Margarita, Juanita o Chabelita.